De pronto paro un instante para mirar el camino andado, un camino repleto de sillas a lado y lado. Y me siento orgullosa de no haberme sentado jamás en ninguna, aunque algunas veces el cansancio fue tal que estuve cerca de aceptar la invitación. En ocasiones incluso me reproché a mí misma la tozudez de apartarlas y casi siempre viajé con la inseguridad de haberme atado inútilmente a esta manera de caminar.
Hoy, sin embargo, el cuadro enmarcado de mi rastro me transmite la paz que necesito y me arranca una sonrisa de complicidad conmigo misma. Anoto en la agenda la fecha, para cuando aparezcan de nuevo las dudas. Y sigo caminando.
Historia de las sillas (Silvio Rodríguez)
dimecres, 9 de gener del 2008
Mi historia de las sillas
Escrit per Laura a 8:18 p. m.
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