dilluns, 29 d’octubre del 2007

Fin del trayecto

Vuelvo de Madrid en tren y este trayecto es para mí como el final de la montaña rusa de sentimientos en que he estado subida estos últimos días. Ahora arriba, ahora abajo, a toda velocidad y siempre sujeta a los mismos carriles.

Visitar un ciudad con tanta gente, a veces ayuda a percibir de otra forma la propia cotidianidad. Y es un gusto recordar que entre el barullo, reconozco unas manos que me estiran e intentan sacarme de allí volando. Si lo consiguen o no es lo de menos.

Me pregunto por qué irá mi compañera de asiento a Barcelona y si merece la pena el libro que lee. Al mío le quedan pocas páginas y he preferido cerrarlo, para que el final se demore al máximo, como el nuestro.

Pienso en las cosas que dejé pendientes en casa y enseguida me vienen a la cabeza unas cuantas palabras no dichas. Me pregunto por qué no llegaron a salir jamás de mi boca. Seguramente no haya un motivo verdaderamente profundo, quizás simplemente la coyuntura las retuvo. Igual que sucede ahora, cuando el único papelito que encontré en mi bolso está lleno de letras y no puedo seguir escribiendo.