Si hay un momento en la vida donde estamos en constante cambio, aprendizaje y adaptación de nosotros mismos, ese es sin duda la adolescencia. Yo en esto no fui una excepción. Aunque sí me sorprendo a veces teniendo la sensación de que ese período de mi vida no está cerrado, sino que aparece y desaparece.
Mi adolescencia intermitente no consiste en volver a tener que preocuparme por el acné juvenil (que además nunca tuve), ni en que una desconocida fuerza interior me invite a llenar de recortes de revista cada rincón de mi habitación. Tampoco me descubro pensando que el mundo está en mi contra, ni me rodeo de amigos hasta para ir a comprar el pan.
Sin embargo, cada cierto tiempo, la certeza de estar en los primeros cursos de un largo aprendizaje se me hace insultantemente evidente. A la vez, si miro a mi alrededor, el paisaje que me rodea es desconocido, pero no me asusta. Estoy segura de que atravesarlo no conllevará ningún peligro; en parte porque el insolente arrojo de los quince años me acompaña, pero principalmente porque sé que el guardián de mi primera adolescencia, también ahora me protege.
dissabte, 23 de juny del 2007
El guardián de mi intermitente adolescencia
Escrit per Laura a 9:26 p. m.
Subscriure's a:
Comentaris del missatge (Atom)
3 comentaris:
Yo también quiero protegerte... :-)
Por supuesto, hay sitio para los dos :)
oh que bonitos estos comentarios..
mi adolescencia fue bastante terrible. Cuidaré mis estrellas..m encanta
Publica un comentari a l'entrada