dilluns, 19 de novembre del 2007

Cuando algo se termina

Hay historias que empiezan y se acaban, igual que otras duran para siempre. De las que se acaban, algunas veces ya nacieron con fecha de caducidad, con lo cual el final se acepta sin más; y otras veces ese final no es anunciado y le coge a una con el paso cambiado.

Yo tengo mucha dificultad en asumir el papel que me toca en el fin de las historias, sobre todo en aquellas que van terminando poco a poco, como en una eterna agonía y necesitan de alguien que dé el paso definitivo y cierre el grifo. Me cuesta asumir el papel pasivo, el de esperar a que sea el otro quien dé ese paso final. Me suele poner extremadamente nerviosa el último goteo acompasado que no se interrumpe nunca, y al final me lanzo como una energúmena y de un golpe seco acabo con ese suministro inútil.

Aunque en realidad yo sólo me encargo del último pequeño giro, acabo convertida en la protagonista de ese final. Por siempre más soy la que cerró el grifo, y encima violentamente.

2 comentaris:

Aleix ha dit...

En definitiva, que es como una corrida de toros (tradición deplorable, hay que decirlo). El animal empieza su vida en el pasto y tienen una muerte lenta, agonizante, dolorosa, hasta que le llega el golpe de suerte, por así decirlo. Y tu, en eso, serías la que va encima del caballo con la lanza. ;-)

Laura ha dit...

Hola Aleix... no me espera este símil tuyo, la verdad :)